De noche, de noche,
este órgano que palpita,
se estremece, se agita
En agonía y melancolía,
se retuerce entre sabanas,
se enreda en la colcha,
se hunde en las almohadas,
porque “Él” siempre encuentra
una forma de romperlo.
Durante el día finge y deambula,
errante y adormecido,
lleva consigo un velo.
El que se dejo puesto esperando
que algún día “El” le diera,
aunque fuera un consuelo.
Ya no esperaba respuesta,
ni siquiera que le contara un secreto
Porque el sabe, que por quien
se desvive es eso: un secreto, un misterio.
Un mudo al que le pide canciones,
un eucalipto al que le pide limones
Hoy no me deja dormir,
pareciera que quisiera salir,
y por mi boca huir.
Pero sabe que no deber ser así,
enfermo y quebrado se encuentra,
y no se ha dado cuenta,
contra quien se enfrenta,
pues ya perdió la cuenta
de cuantas veces esa espada
llamada indiferencia, lo ha partido
sin clemencia, sutilmente lo destroza,
sin que el se de cuenta y cuando menos
lo espera, termina todo cortado,
llorando y llamando a mi puerta
No puedo negarle la entrada,
porque los dos pertenecemos
a la misma cara
Le llevaste flores de nuevo,
y poesía barata? Le pregunto.
O intentaste comprar un boleto
de autobús?
Ingenuamente me responde:
no! Antes de que lo hiciera,
“El” destruyo todos los puentes
y carreteras y con ellos se fue
mi esperanza e ilusiones vanas
que creí que eran bellas.
Oh pobrecillo, me compadezco de ti,
por ser honesto y soñador
Si sabias que desde un principio
esto era como manejar sin frenos
a un profundo abismo y aun así,
te engañaste a ti mismo,
creyendo que la ilusión le ganaría
al cinismo, pobre tonto, regresas herido
pues bien sabes lo vulnerable que eres.
Mientras “El” sigue ahí del otro lado,
listo para desenvainar su espada,
por si se te ocurre quererlo y adularlo.
Pero te pido que me dejes dormir,
que ya tuve suficiente con estar
todo el día peleando y aguantando
tu peso que me esta ahogando,
cerremos los ojos.
Mañana nos espera…
para poder torturarnos,
una vez más.
